EL
ESTILO DEL MUNDO
En un principio fue el capitalismo de producción (S. XVIII hasta mitad del S.XX), después, el capitalismo de consumo, hasta los noventa, y ahora vivimos el capitalismo de ficción. Es decir, ahora el capitalismo se ocupa de las sensaciones, el bienestar emocional, la apariencia, la seducción,...ahora el capitalismo es la civilización, no solamente una organización económica y social. Hemos llegado a una transformación de algo característico común y uniforme con otras totalmente global con una modificación de alguna cosa de acuerdo a las preferencias personales local; es decir, podemos encontrar los mismos artículos y servicios en cualquier lugar y momento pero con diferentes cosas. Ya no existe el tiempo ni la distancia, el intercambio es inmediato y los gustos parecidos, y esto es típico en la venta de celulares, ahora ya todos tienen un Black Berry, un IPhone o por qué no un celular, porque todos deben de tenerlo, sino eres raro y sin vida social.
Ahora, un auténtico café vienés tiene un gran "valor de uso" (tradición, estética, tranquilidad), pero el Starbucks un mayor "valor de cambio" (es chic, moderno y más caro). Esto último es lo que interesa al capital, el que salgas a tomar una taza de café es más que ir a platicar con tus amigos, porque es ir a platicar de cosas nice, ya que sino platicas en estas zonas no eres cool, no tienes estilo y quizá no tengas dinero. Toda persona te dice que se va a comprar si vienes, su late, su capuchino a Starbucks o punta del cielo, porque es donde todos van a comprarlo, no puedes decir que lo compraste la que vende los tamales, ni en la cafetería de don Pancha, porque entonces el caché se pierde.
En una de las revistas más cotizadas, dice a las mujeres cómo vestir en sus más de 20 ediciones mundiales. Zara , en Oriente medio, interrumpe las compras cinco veces al día para el rezo pero vende los mismos artículos que en otro sitio de la plaza. En general, se ha producido una desnaturalización de las diferencias. Vivimos una realidad de ficción, como lo dije iniciando todo esto. Controlable y cool, sin una pisca de autenticidad. Los adultos se convierten de nuevo en niños porque cuando les pagan no sabe qué hacer con su dinero, y además los convences muy rápido, un ejemplo, el buen fin, típico donde todo mundo gasta y no ve más que lo beneficioso que deja comprar. Estamos rodeados de réplicas y artificios. Y para tener emociones auténticas, tenemos el fútbol o la tele porque representan el miedo, la injusticia, el triunfo,... pero sin la gravedad de vernos arrastrados realmente por todo ello. Las marcas agrandan estas sensaciones, nos venden una identidad ante los demás y una identidad que quizá ni nos corresponda, porque como la moda dice que tenemos que usar alguna marca, algún estilo y aunque no nos guste lo usamos, porque está de moda y como decir no ante todo esto. Nos dan un plus psicológico porque te venden que vistiéndote de esa manera te sentirás bien, cool, serás el chico o la chica más sexy, simplemente veámoslo con la marca de desodorantes de los hombres, si tu usas esa marca seguramente traerás a las chicas muriendo por ti y siempre estarás rodeado de ellas, porque serás el más cotizado y deseable, ahora, lo usas y pasa todo lo contrario, no te pelan, te batean y también te das cuenta que ni eres guapo y no tienes novia, así que vales un miserable cacahuate, pero todo sea por vendernos esto y claro pone en juego nuestras emociones a cambio de dinero . Así que, construimos así nuestra identidad, no conociendo nuestra historia o los problemas de nuestros vecinos, pero siempre comprando esa identidad y dándole nuestra felicidad a las marcas, para que nos digan cómo actuar, qué hacer ante la presencia de alguien que nos gusta o que nos digan cómo debemos de sentirnos ante la compra de ese producto que nos dijeron que estaríamos igual que el que sale en la televisión, porque si lo uso seguramente seré como él o ella.
Y es aquí la gran pregunta, sino existieran las marcas, ni los medios de comunicación y aquel juego psicológico ante nosotros como personas, quienes seriamos en realidad, seguramente habría algo más que nos guiara ante la persona o el comportamiento ideal, pero también es seguro que no compartamos ideas y gustos, como lo es ahora, y quizá el tomarte el café, comprarte ropa de Zara, no significaría mucho, ya que sería más difícil que ellos esperaran nuestro capital, y quizá hasta la ropa nos la compraríamos en Chopo, y que no te juzguen o te digan que eres muy corriente por comprarla ahí, sino compras y seas como tú quieras y que realmente te valga lo que opinen, critiquen los demás, porque no te desarrollaste en base de lo que dijo la radio ni la televisión, que tenías que ser gordo o flaco y usar relojes que digan que eres de marca, sino ser tú mismo ante diferentes situaciones.
Referencia:
Verdú V. (2003); La imagen en el Estilo del mundo, Barcelona, Anagrama, 113-155
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